Nota: recomiendo haber visto la película antes de leer
Spoilers, spoilers everywhere!
Actualmente estamos viviendo en la época de oro de las películas de
superhéroes (disfrutémosla mientras dure chicos y chicas). En esta época,
nosotros, los fans, los que hemos seguido a estos personajes y mitologías desde
hace años, nos sentimos especiales. En la sala de cine nos sentimos superiores
a las personas del común; podemos entender las fórmulas, captar los guiños;
básicamente conocemos todas las reglas del juego y hasta por eso sabemos que va
a pasar en la película y en las películas siguientes (apuesto a que la 3ª de
Thor va a ser contra Surtur, por ejemplo). De entre todas las películas de
superhéroes , entre los últimos años destacan dos sagas: La trilogía de Batman
de Christopher Nolan y la saga de Avengers de Marvel Studios. Hoy no hablaré
sobre la primera ni sobre la aparente rivalidad entre los fans de ambas
(je,je). Solo hablaré de la 2ª. Marvel Studios se ha caracterizado por hacer
películas que adaptan mas o menos fielmente los comics originales, creando
películas altamente entretenidas y de fácil consumo para el público común
(siempre con un enfoque jovial, poniéndose dramáticas solo cuando sea absolutamente
necesario) pero guardándole amor a los fans de toda la vida, introduciendo
elementos que solo nosotros captamos, haciéndonos sentir especiales de la forma
en que describí mas arriba. Una fórmula ganadora, ¿no? Aquí entra la película
más reciente de este ciclo: Iron Man 3; cuando fue anunciada y vimos los
trailers todos sabíamos que esperar, sabíamos lo que iba a pasar; no debo ser
el único cuya mayor pregunta era si el Mandarín iba a tener sus anillos de
poder o no; todo lo demás se daba por sentado. Se estrena la película y, por
decirlo de forma suave, nos tomó a todos por sorpresa; rompió todos los esquemas
y preconcepciones con las que íbamos; básicamente nos sacó de nuestro círculo
de comodidad. Pero preguntémosle a cualquier otra persona del común; esos otros
que en la sala de cine miramos por encima del hombro, y muchos les dirán que es
una muy buena película; algunos incluso afirmarán que es la mejor de las tres. Son
muchos los elementos controvertidos sobre Iron Man 3 y, aunque podría sentarme
a discutirlos prácticamente todos (pero que conste que la película dista mucho
de ser perfecta; de hecho para mí ninguna película, salvo El Laberinto del
Fauno y The Secret of Kells es perfecta) la mayoría de la controversia se basa
en la revelación sobre la verdadera naturaleza del Mandarín. Lo que me pondré a
explicar de aquí en adelante es porque el cuento del Mandarín, me parece una
GENIALIDAD. Así, con mayúsculas.
El Mandarín fue creado por Stan Lee y Mike Heck en 1964, en
la plenitud de esa curiosa, inspiradora y a la vez tonta era que fue La Guerra
Fría. La principal característica de este personaje, mas allá de sus anillos de
poder, mas allá de que fuera el enemigo más famoso de Iron Man (status que ganó
mas por su longevidad que por su concepción o sus historias) es que es chino;
si, chino; un representante mas del
arquetipo de Fu-Manchu: la supuesta “amenaza amarilla” que percibía occidente
desde la revolución comunista. Por ello es que estos personajes, incluyendo
obviamente a nuestro querido Mandarín, se han tildado de caricaturas racistas;
una muestra mas del reflejo de nuestras sociedades de demonizar a las culturas,
religiones y sistemas políticos diametralmente opuestos al nuestro; de darle un
rostro al enemigo. Por estas razones dentro de Marvel Studios hubo resistencia
a adaptarlo desde la primera película de Iron Man. Volvamos a Iron Man 3; aquí en
un principio se nos muestra que el Mandarín es un carismático líder terrorista
(ahora árabe, no chino; desde el 9/11 el rostro de la maldad en USA es árabe)
que transmite por televisión siniestros y teatrales mensajes (muy basados en los
de Osama Bin Laden) pero luego descubrimos que el Mandarín que veíamos no era
tal; que era un actor; un simple títere dentro del siniestro plan del verdadero
villano de la película; un actor, a modo de parodia, bastante ridículo; y es
que si se hubiera tratado de un actor serio o mínimamente temible, no se
hubiera marcado ese contraste tan profundo entre la realidad y la fantasía
montada. Si se analiza esto y se traduce al mundo real, nos encontramos con una
connotación siniestra y que hasta en lo personal me da más miedo que cualquier
otro villano de Hollywood: el de los métodos que emplean los gobiernos para
controlar a sus pueblos mediante el miedo; miedo a lo diferente; miedo a un
demonio al que se le pone la cara del enemigo de turno, sean alemanes, rusos,
árabes, chinos, etc. Con varios amigos he hablado y dicen que lo del giro está
bien, pero que no hubieran usado al Mandarín, sino a un villano inventado para
las películas y a esto digo que no. Desde sus orígenes y como he expresado
anteriormente el Mandarín responde a un escenario social y político de décadas
anteriores y por ello me parece el personaje perfecto para representar el
mensaje que querían comunicar con la película.
Todo esto es mi análisis del falso Mandarín de la película,
porque al parecer por el shock nadie notó al verdadero Mandarín luchando contra
Iron Man (¿que no era lo que querían ver?) y gritando “YO SOY EL MANDARÍN!”
mientres exhibía tatuajes de Fin Fang Foom en el pecho.
Eso es todo lo que tengo que decir por ahora.
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